Principales hallazgos del estudio ‘La victimización mediante violencia sexual y sus asociaciones con la salud en una muestra comunitaria de mujeres hispanas’ © Centro Nacional de Recursos contra la Violencia Sexual (NSVRC) 2015. Todos los derechos reservados. Este documento fue apoyado por el Acuerdo de Cooperación #5UF2CE002359-02 de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC). Sus contenidos son responsabilidad absoluta de las autoras y los autores y no necesariamente representan los puntos de vista oficiales de los CDC. Principales hallazgos del estudio ‘La victimización mediante violencia sexual y sus asociaciones con la salud en una muestra comunitaria de mujeres hispanas’ Las investigaciones revelan consistentemente que la violencia sexual está asociada a una gama de resultados negativos de salud, económicos y de otra índole para sobrevivientes. De los estudios también sabemos que las mujeres de color sufren niveles mucho más altos de violencia sexual que las mujeres caucásicas (Black et ál., 2011; Tjaden y Thoennes, 2000). Aun así, se han estudiado relativamente poco los contextos que rodean la victimización de grupos de latin@s y otros grupos étnicos/raciales. Esta traducción resume los principales hallazgos del estudio “La victimización de Violencia Sexual y de las asociaciones de la salud en una muestra de la comunidad de las mujeres hispanas,” realizado por K. C. Basile, S.G. Smith, M.L. Walters, D.N. Fowler, K. Hawk y M.E. Hamburger. Los hallazgos del estudio se basan en nuestra comprensión de los efectos de la violencia sexual en mujeres latinas y pueden orientar nuestras estrategias tanto de prevención de la violencia sexual como de respuesta a ésta. Métodos El equipo de investigación llevó a cabo una muestra aleatoria para identificar direcciones de participantes potenciales provenientes de barrios urbanos en una ciudad suroccidental. Luego las personas entrevistadoras visitaron esos hogares Traducción de la investigación a cargo del NSVRC Recursos adicionales El estudio realizado por Basile et ál. es parte de una serie más extensa para comprender mejor el contexto que rodea a la violencia sexual contra mujeres de color. En fecha futura estará disponible otro artículo que resalta los resultados de un estudio sobre la violencia sexual contra mujeres afroamericanas. para reclutar a las participantes. A las participantes se les informó que el estudio era sobre “salud y bienestar de las mujeres”. De las participantes interesadas se obtuvo consentimiento informado en un lugar seguro, cómodo y privado. Durante el proceso del consentimiento informado se les dio a conocer que el estudio sería sobre la violencia sexual. Las participantes elegibles fueron mujeres hispanas angloparlantes mayores de 18 años de edad. Inicialmente se examinó a quinientas ochenta y una (581) mujeres hispanas para el estudio, pero 254 no podían participar porque no hablaban inglés. Se entrevistó a un total de 142 mujeres hispanas. La mayoría de las participantes (95 por ciento) se identificó como mexicana (lo cual incluyó mexicana, mexicana-estadounidense o chicana). El 40 por ciento de ellas estaban casadas y el 37 por ciento nunca se habían casado. Casi el 68 por ciento de las participantes había completado la escuela preparatoria o niveles más avanzados; la mayoría tenía bajos ingresos hogareños: el 42.7 por ciento devengaba menos de $15,000 por año. Las entrevistas ocurrieron de mayo al julio de 2010, en la persona, más frecuentemente en las casas de los participantes, y duraron entre 20 minutos y 2 horas. El instrumento de entrevista fue probado para determinar sus importancias culturales y accesibilidad. Durante la entrevista, la persona entrevistadora leyó las preguntas en voz alta para las participantes y documentó sus respuestas. Medidas A todas las participantes se les preguntó sobre sus experiencias de vida respecto a salud física, mental y reproductiva; violación y coerción sexual. El estudio no incluyó experiencias de contacto sexual no deseado, experiencias de abuso sexual sin penetración en la niñez o muchas otras formas de acoso sexual. A las participantes que revelaron haber sufrido violación o coerción sexual también se les preguntó sobre infecciones de transmisión sexual, incluida la del VIH, lesiones y embarazo. Además se les preguntó sobre el carácter y las consecuencias de sus primeras experiencias sexuales no deseadas y las características de la persona perpetradora, como también respecto a sus necesidades y la provisión de servicios tras la violación o la coerción sexual. La violación fue definida como “acto sexual consumado o intentado luego de que la persona perpetradora utilizó fuerza física o amenazas de daños físicos, le dio drogas o alcohol a la víctima, o cuando la actividad sexual ocurrió luego de que la víctima perdió el conocimiento, se durmió o estaba ebria o drogada (y no podía dar su consentimiento a la actividad sexual)” (Basile et ál., 2015, pág. 6). La coerción sexual fue definida como “acto sexual consumado después de que la persona perpetradora hizo cualquiera de lo siguiente: dijo mentiras, hizo falsas promesas sobre el futuro o amenazó con poner fin a una relación o difundir rumores; desgastó a la víctima pidiéndole repetidamente actividad sexual; o usó su influencia o autoridad para lograr que la víctima se involucrara en actos sexuales no deseados” (Basile et ál., 2015, pág. 6). Las respuestas de las participantes a preguntas sobre si habían sufrido violación o coerción sexual fueron analizadas usando una escala de sí/no. Hallazgos Experiencias de violación/coerción sexual a lo largo de la vida De todas las mujeres entrevistadas, el 34.8 por ciento (49 mujeres) había sufrido violación, coerción sexual o ambas en algún momento de su vida. Además, el 31.2 por ciento de las participantes dijo haber sufrido violación; el 22.7 por ciento reportó coerción sexual; y el 19 por ciento de todas las participantes dijo haber sufrido tanto violación como coerción sexual a lo largo de su vida. Salud mental El equipo de investigación halló una relación significativa entre las experiencias de violación y/o coerción sexual, trastorno de estrés post- traumático (TEPT) y depresión a lo largo de la vida. • TEPT: Aproximadamente el 39 por ciento de las participantes padeció al menos un síntoma del TEPT en su vida. Además, de las mujeres que reportaron haber tenido el TEPT, el 57.4 por ciento había sido víctima de violación y/o coerción sexual. • Depresión: El 35 por ciento de participantes había sufrido depresión. De las mujeres que reportaron haberla sufrido, el 54 por ciento también había sido víctima de violación y/o coerción sexual. • Suicidio: El 8.5 por ciento de las participantes había considerado el suicidio en algún momento de su vida y, entre ellas, el 58.3 por ciento había intentado suicidarse. Primera experiencia sexual no deseada En el caso de aproximadamente el 29 por ciento de las participantes (41 mujeres), la violación o la coerción sexual fue su primera experiencia sexual no deseada (lo cual no incluye otras formas de violencia sexual tales como contacto sexual no deseado, abuso sexual sin penetración en la niñez, voyeurismo o exhibicionismo). De ellas, el 73.2 por ciento era menor de 18 años. Características de los perpetradores: Todos los perpetradores eran hombres y en su mayoría de origen hispano. Además, el 92.7 por ciento de ellos eran conocidos de las víctimas. Hombres de la familia fueron los perpetradores de violación y/o coerción sexual contra víctimas de 12 años y menores el cien por ciento de las veces. En el caso de víctimas entre las edades de 13 y 17 años, el 38.5 por ciento de los perpetradores eran miembros de la familia, el 30.8 por ciento eran compañeros íntimos y el 23.1 por ciento eran amigos o conocidos. Los compañeros íntimos fueron mencionados el 63.6 por ciento de las veces como los perpetradores de violencia sexual contra mujeres entre 18 y 29 años de edad. Consecuencias de una primera experiencia sexual no deseada que terminó en violación o coerción sexual: • Lesiones físicas: Entre las mujeres cuya primera experiencia sexual no deseada resultó en violación o coerción sexual, el 22 por ciento sufrió lesiones físicas que incluyeron haber sido cortadas y golpeadas hasta quedar inconscientes. • Atención médica y para la salud reproductiva: Además, el 17.1 por ciento de las mujeres dijo haber necesitado atención médica; el 57.1 por ciento de ellas de hecho recibió esos servicios. Sólo a una mujer se le practicó un examen forense. Dos mujeres (4.9 por ciento) contrajeron una infección de transmisión sexual (no el VIH). Tres mujeres (12 por ciento) quedaron embarazadas a consecuencia de la violación o la coerción sexual (las tres dieron a luz y conservaron a sus bebés). Salud mental Los síntomas del TEPT incluyen: pesadillas, evasión, sentirse en estado de alerta o sobresaltarse fácilmente, desensibilizarse o sentirse distante. Muchas participantes habían padecido depresión, lo cual incluía los siguientes indicadores: sintieron tristeza, decaimiento y desesperanza durante dos o más semanas y/o poco interés o placer en hacer cosas por dos semanas o más. • Policía: La policía fue notificada en el 15 por ciento de los casos. • Salud mental: El 22 por ciento de las participantes había necesitado servicios de salud mental y el 33 por ciento de las mujeres de hecho recibió tales servicios. • Vivienda: El 29 por ciento de las participantes se quedó con parientes o amistades tras el incidente y el 12.2 por ciento se mudó a otro lugar. Además, el 29 por ciento de las participantes expresó haberse sentido “insegura en su barrio” después de la violencia sexual. • Empleo: El 12 por ciento de las participantes no se presentó a su trabajo debido a la violación y/o la coerción sexual. • Necesidades de servicios adicionales: Entre el dos y el 12 por ciento de las participantes habían necesitado servicios adicionales en la comunidad tales como vivienda y defensoría de víctimas. Necesidades de investigaciones futuras Aunque este estudio es un comienzo importante para comprender la violencia sexual en la población latina, al igual que cualquier otro estudio tiene algunas limitaciones que pueden abrir la puerta a más investigaciones en el futuro. • Generalización: Una de las principales limitaciones es que este estudio no puede generalizarse. Dado que para el estudio se utilizó una pequeña muestra de mujeres hispanas angloparlantes que vivían en una ciudad suroccidental, los hallazgos no pueden necesariamente aplicarse a todas las mujeres latinas. La mayoría de la muestra (95 por ciento) se identificó como mexicana, lo cual tiene sentido en vista de la ubicación geográfica del estudio. Se requiere más investigación para comprender mejor cómo las mujeres latinas no angloparlantes de varias generaciones, países de origen y situación inmigratoria sufren la violencia sexual y qué puede hacerse para prevenir que ésta ocurra. Futuras investigaciones sobre las comunidades latinas pueden incorporar métodos de investigación culturalmente pertinentes tales como narración de cuentos y otros estudios cualitativos e incluir o asociarse con integrantes de la comunidad latina en el proceso de investigación. Además, se necesitan futuras investigaciones en el lenguaje que las participantes prefieran para que más voces puedan ser escuchadas. • Espectro de la violencia sexual: Este estudio se centró específicamente en las experiencias de violación y coerción sexual. Es necesario que las futuras investigaciones examinen el pleno espectro de la violencia sexual, incluyendo acoso sexual, abuso sexual sin contacto en la niñez y otros tipos de violencia sexual. Además, examinar la violencia sexual en una amplia gama de entornos puede ayudar a ampliar nuestros esfuerzos de prevención y respuestas. Por ejemplo, muchas mujeres latinas que trabajan en plantas agrícolas y empacadoras de carne sufren acoso sexual en su lugar de trabajo; investigaciones futuras sobre estos entornos pueden ayudarnos a fortalecer nuestros esfuerzos de prevención y respuesta. • Niveles de traumas: Al preguntarles si habían sufrido formas específicas de violencia sexual, las participantes pudieron indicar “sí” o “no”, no cual no reveló información sobre la posibilidad de que hubieran sufrido múltiples incidentes de violencia. Al permitir respuestas más abiertas, las futuras investigaciones pueden arrojar luz sobre cuántas veces las personas sufren diferentes tipos de daños e impactos del trauma en varios niveles. • Efectos a largo plazo: El estudio se centró en las consecuencias de la violencia sexual en el pasado reciente. Aunque esto ayuda a orientar nuestras respuestas a corto plazo en los ámbitos de la salud física y mental, el empleo, la defensoría y otros, los futuros estudios pueden ayudar a ilustrar la naturaleza plena del trauma y sus consecuencias a largo plazo durante el ciclo de vida. • Obstáculos en el acceso a servicios: Las actuales investigaciones resaltan que las mujeres hispanas no recibieron apoyo de los servicios sociales después de sus experiencias de violencia sexual. Se necesita más investigación para comprender mejor los obstáculos que impiden el acceso de las mujeres latinas a los servicios. Aplicación Los hallazgos de este estudio pueden orientar enfoques de respuesta y prevención culturalmente pertinentes de la violencia sexual con las comunidades latinas. El estudio reafirma que la violencia sexual afecta de manera desproporcionada a personas más jóvenes y es cometida por alguien a quien la víctima conoce, lo cual hace que la intervención temprana y la prevención sean de vital importancia. Prevención • Prevención del abuso sexual infantil: El estudio reveló que entre mujeres que habían sido violadas o sexualmente coaccionadas, el 73 por ciento sufrió su primera victimización antes de cumplir 18 años. Esto ilustra la importancia de una prevención orientada por la cultura a lo largo y ancho de la ecología social, empezando temprano en la familia y en la comunidad más amplia. Personas de la comunidad pueden jugar un tremendo papel para ayudar a mantener a salvo a niñas y niños. Los maestros, líderes y lideresas de la comunidad de fe, vecin@s, madres y padres, cuidadores y otros miembros de la comunidad que están en las vidas de niñas y niños pueden trabajar juntos para proteger a los niños contra el abuso sexual; es crucial que también cuenten con las herramientas para identificar el abuso sexual infantil y darle una respuesta efectiva. • Prevención de la violencia sexual en las relaciones: Este estudio también muestra que en el caso de mujeres que fueron violadas o sexualmente coaccionadas por primera vez entre los 18 y 29 años de edad, el 63 por ciento sufrió victimización por parte de un compañero íntimo. Ello subraya la importancia de hablar explícitamente sobre la violencia sexual en los esfuerzos para prevenir la violencia cometida por parejas íntimas, en formas que tengan en cuenta la cultura. Esto puede incluir incorporar contenidos sobre violencia tanto doméstica como sexual en los currículos de relaciones saludables, de tal manera que logren una mayor paridad y brinden a las comunidades mensajes positivos acerca de la sexualidad saludable, el respeto, la igualdad y la seguridad en todas las relaciones. • Prevención con pertinencia cultural: La educación popular es una posible estrategia de prevención de la violencia sexual a considerar cuando se trabaja con comunidades latinas (y otras) (Wiggins, Hughes, Rodríguez, Potter y Ríos-Campos, 2014). Este enfoque se basa en la justicia social y la movilización comunitaria. Quienes organizan enfoques de educación popular se asocian con integrantes de la comunidad, les facilitan compartir sus experiencias vivas y participan en diálogo para formular estrategias y medidas de acción impulsadas por la comunidad. La educación popular ha orientado la organización comunitaria con comunidades latinas y otras tanto en los Estados Unidos como a nivel internacional y ha sido utilizada al menos en un estado para ayudar a que la prevención de la violencia sexual pase de un enfoque en reducción de riesgos a uno de prevención primaria. Intervención • Colaboraciones entre sistemas: Los hallazgos de este estudio subrayan la necesidad de un enfoque holístico y multifacético a la defensoría y el asesoramiento, dado que las participantes sufrieron una gama de efectos negativos tras la violencia sexual. Estos efectos incluyeron problemas de salud física, reproductiva y mental; empleo; vivienda; y otros. Son de vital importancia las colaboraciones orientadas por la cultura entre proveedoras/es capacitad@s y experimentad@s de los diversos sistemas. • Enfoques al “trauma” que sean culturalmente pertinentes: Se halló que los síntomas del trastorno de estrés post- traumático (TEPT), la depresión, la ansiedad y el suicidio estaban significativamente asociados al trauma sexual. Es importante comprender que problemas de salud mental como el TEPT y la depresión no necesariamente son padecidos o descritos de la misma forma por las diversas culturas. Proveedoras/es de servicios para víctimas pueden adoptar un enfoque orientado por el trauma—un enfoque comprende el papel que el trauma juega a nivel tanto individual como organizacional y al nivel sistémico más amplio. En este enfoque es central comprender tanto las similitudes como las diferencias entre culturas y las experiencias que las personas tienen de la violencia y el trauma. • Necesidad de abordar los obstáculos a los servicios: Pocas participantes del estudio expresaron la necesidad de servicios o de notificar a la policía tras la victimización sexual. Es importante que proveedoras/es de servicios para víctimas examinen y comprendan este hallazgo, el cual podría estar relacionado con factores que afectan la búsqueda de ayuda— por ejemplo, el hecho de que las relaciones sexuales y la violencia sexual son temas tabú entre comunidades latinas y otras culturas. Otro obstáculo podría ser la percepción de que los servicios disponibles en la comunidad pueden ser punitivos o insensibles a la cultura. Personas de la comunidad latina podrían preferir fuentes de apoyo más informales y vinculadas a su propia cultura. No se puede pasar por alto como un obstáculo potencial el temor ya sea a la deportación o a arrojar una luz negativa sobre la comunidad latina. Otras normas culturales que entran en juego, tales como la religión/espiritualidad y la cultura de vergüenza asociada a la violencia sexual, también pueden impedir que algunas víctimas busquen servicios. Además, las mujeres entrevistadas pueden no haber identificado sus experiencias como “violación o coerción sexual”. Una de las fortalezas del estudio fue que la encuesta incluyó preguntas específicas sobre la conducta para identificar la violación y la coerción sexual. Por lo tanto, las participantes pudieron haber revelado que habían sufrido uno de los comportamientos o actos sin etiquetarlo como un delito o sin identificarse ellas mismas como una “víctima necesitada de servicios”. El hecho de que tan pocas participantes sufrieron lesiones físicas puede también asociarse a su percepción de si lo que vivieron fue, o no, un delito verdaderamente “violento” o denunciable. Conclusión Este estudio contribuye a nuestra comprensión de la violencia sexual contra mujeres latinas y de las maneras en que nuestras organizaciones pueden darle una respuesta más pertinente a la cultura. Nos recuerda que debemos preguntar: “¿a quién estamos viendo?; ¿a quién no estamos viendo?; ¿cómo pueden nuestros servicios apoyar a personas de diversas culturas?; y ¿cómo podemos abordar barreras que impiden a la gente acceder a la ayuda que necesita?” Los hallazgos también subrayan la necesidad, en nuestro campo, de estrategias de prevención de la violencia sexual con mayor pertinencia cultural en todos los niveles de la ecología social. El estudio nos recuerda que hagamos estas preguntas: “¿quiénes son nuestro público?; ¿quiénes son l@s líderes naturales en esa comunidad?; y ¿cómo podemos facilitar un proceso que asegure que las propias personas a quienes estamos intentando llegar tengan una voz en la definición de nuestras metas y estrategias?” Finalmente, nuestros esfuerzos de intervención y prevención dependen del compromiso más amplio de nuestras organizaciones con la pertinencia cultural. La pertinencia cultural organizacional es multifacética. Depende de muchos niveles tales como los siguientes (que no son exhaustivos): • inversión por parte del liderazgo y de las líneas del frente; • planificación estratégica y una infraestructura sostenible; • capacitación y desarrollo profesional continuos para el personal; • un ambiente que afirme y sostenga una fuerza laboral bilingüe y bicultural; • programas y servicios que estén orientados por las realidades de comunidades culturalmente diversas y sean reflejo de éstas; y • asociaciones y colaboraciones significativas tanto con proveedoras/es de servicios específicos para las culturas como con líderes y lideresas de la comunidad. Para obtener más información y recursos sobre este y otros temas, por favor contáctanos escribiendo a resources@nsvrc.org. Recursos Los siguientes recursos pueden ayudarte en tu trabajo con poblaciones latinas. • Hombres Unidos: Engaging Latino Migrant Men in Sexual and Intimate Partner Violence Prevention [Hombres Unidos: Involucrando a hombres migrantes latinos en la prevención de la violencia sexual y la cometida por parejas íntimas—seminario virtual]: http://www.wcsap.org/engaging-latino-migrant- men-violence-prevention-webinar • Red Nacional Latina: http://www.nationallatinonetwork.org/espanol/ learn-more/resource-library • La prevención de la violencia sexual en comunidades latinas: Un estudio nacional de necesidades: http://nsvrc.org/publications/ en-espanol-nsvrc-publications-assessments/la- prevencion-de-la-violencia-sexual-en Agradecimientos NSVRC quiere agradecer a las siguientes personas por su cuidadosa revisión de y contribuciones a este recurso: Kimber J. Nicoletti, MSW (Maestría en Trabajo Social), Directora de los Esfuerzos Multiculturales para terminar el Asalto Sexual (MESA por sus siglas en ingles), Universidad de Purdue y Dra. Chiara Sabina , PhD., Profesora Asociada de Ciencias Sociales y Coordinadora de la Psicología Comunitaria y Programa de Maestría del Cambio Social, de la Facultad de Ciencias del Comportamiento y Educación , Penn State Harrisburg. Traducción al español: Laura E. Asturias (www.transwiz.org) Referencias Basile, K. C., Smith, S. G., Walters, M. L., Fowler, D. N., Hawk, K. y Hamburger, M. E. (2015). Sexual violence victimization and associations with health in a community sample of Hispanic women [La victimización mediante violencia sexual y sus asociaciones con la salud en una muestra comunitaria de mujeres hispanas]. Journal of Ethnic and Cultural Diversity in Social Work, 24, 1-17. doi:10.1080/15313204.2014.964441, http://www.tandfonline.com/doi/abs/10.1080/15313204.2014.964441 Black, M. C., Basile, K. C., Breiding, M. J., Smith, S. G., Walters, M. L., Merrick, M. T., Chen, J., y Stevens, M. R. (2011). Encuesta Nacional sobre Violencia Sexual y de Pareja: Informe sumario del 2010. Informe completo disponible en inglés en: Departamento de Salud y Servicios Humanos de los Estados Unidos, Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), Centro Nacional para la Prevención y el Control de Lesiones (NCIPC), http://www.cdc.gov/ViolencePrevention/pdf/ NISVS_Report2010-a.pdf. El resumen ejecutivo del informe se encuentra en español en http://www.cdc.gov/violenceprevention/pdf/nisvs_executive_summary_spanish-a.pdf Wiggins, N., Hughes, A., Rodríguez, A., Potter, C. y Ríos-Campos, T. (2014). La palabra es salud (The word is health): Combining mixed methods and CBPR to understand the comparative effectiveness of popular and conventional education [La palabra es salud: Combinando métodos mixtos e investigación participativa de base comunitaria para comprender la efectividad comparativa de la educación popular y convencional]. Journal of Mixed Methods Research, 8, 278-298. doi:10.1177/1558689813510785, http://www.chw-nec.org/pdf/1558689813510785_full.pdf Tjaden, P. y Thoennes, N. (2000). Full Report of the Prevalence, Incidence, and Consequences of Violence Against Women: Findings from the National Violence Against Women Survey (NCJ 183781) [Informe completo sobre la prevalencia, la incidencia y las consecuencias de la violencia contra las mujeres: Hallazgos de la Encuesta Nacional sobre la Violencia contra las Mujeres]. Disponible en el sitio del Servicio Nacional de Referencia sobre Justicia Penal (NCJRS): https://www.ncjrs.gov/pdffiles1/nij/183781.pdf National Sexual Violence Resource Center l (877)739-3895 l resources@nsvrc.org l www.nsvrc.org